He
estado siguiendo diferentes medios de prensa escrita durante estos días en que
debido a la celebración del día de la no violencia contra la mujer en República
Dominicana, han prosperado sendos y diferentes artículos a raíz de esta
lamentable lacra de violencia que ocupa casi a diario los diferentes medios de
comunicación del país. Hay opiniones diferentes, aunque todas convergen en
tratar de encontrar remedio a esta aberración que golpea constantemente a la
mujer dominicana. No voy a entrar en cifras, ahí están, al abasto de cualquier
persona que las quiera conocer, han sido publicadas por activa y por pasiva en
los diferentes medios de comunicación.
Leí
en un artículo unas declaraciones de la Sra. Agnes Mirqueya Mateo Pérez,
directora para el Instituto de Investigación y Estudios de Género y Familia de
la UASD, donde comentaba que “las mujeres se habían convertido en blanco de
rabia, frustración y la incapacidad de algunos hombres para satisfacer
necesidades creadas por la sociedad”. Y es en estas seis últimas palabras en
las que quiero enfatizar en mi modesta aportación al debate: satisfacer
necesidades creadas por la sociedad. Bajo mi punto de vista, ahí yace el
embrión del problema. Partiendo del triangulo de Johan Galtung sociólogo y
activista por la paz, en donde existe una violencia visible denominada directa
y otra invisible compuesta por la violencia cultural y la estructural. En este
caso, estaríamos hablando de una violencia cultural que se impone a través de generaciones,
fecundando el embrión y haciéndolo cada día más intrínsecamente normalizado en la sociedad que nos ocupa, y que una vez desarrollada esta violencia
de carácter invisible, acaba derivando
en una violencia directa, donde aquí sí, desgraciadamente, vemos los resultados
del caldo de cultivo que se ha venido desarrollando durante el ciclo, donde
aquella fase embrionaria que no percibíamos ya queda lejos y se plasma
definitivamente en la visibilidad de los comportamientos violentos.
Dicho
de otra manera, no podemos esperar reacciones diferentes a las que se están
dando si no ponemos los medios y educamos antes de que sea demasiado tarde.
Nadie puede esperar reconducir un hijo en plena adolescencia, cuando en sus
primeros años de vida y durante toda su infancia no se han puesto las bases,
los cimientos, para que crezca en la dirección apropiada; entonces ya será tarde.
Hace pocos días en el décimo cumpleaños de mi sobrina, sonaba una música que a
mi modo de pensar no era para aquella generación de niños i niñas, la letra era
una agresión continua a la mujer, todo el mundo se la pasaba bien sin pensar en
el significado de la letra, pero esa gota malaya, va penetrando día a día hasta
formar parte de uno mismo y asumir inconscientemente que: aquí hay unos que dan
y otras que reciben.
No hay comentarios:
Publicar un comentario